El pasado 23 de marzo en la escuela tuvimos el retiro de Cuaresma que fue impartido por D. Jesús, obispo auxiliar de nuestra diócesis.
Nos invitó a reflexionar a través de cuatro imágenes: una mirada, un corazón formado por varios corazones, unas manos unidas por las muñecas formando un cuadrado y unas huellas.
Cada imagen invitaba a la oración y reflexión e iba acompañada de un pasaje bíblico.
- La primera imagen: la mirada
- No debemos compararnos con los demás, ni tomarlos como ejemplo, pues eso nos hace justificar la mediocridad. Otro problema de esta comparación podría ser el orgullo al modo del fariseo de la parábola: “gracias Señor porque yo no soy como estos…” Cristo exige darlo todo, lo mejor de nosotros mismos pero teniendo en cuenta que es el AMOR de Dios el que nos cambia. Por AMOR, Dios no amenaza con castigos.
- Tampoco debemos compararnos con lo que los psicólogos llaman el super-yo. Ese yo ideal que nos creamos en nuestra mente y que es imposible de alcanzar, lo cual nos genera frustración. Debemos tener en cuenta que nos salvamos por la gracia de Dios y su misericordia.
- La mirada de Dios nos cambia. En las negaciones de Pedro, es la mirada de Cristo la que lo hace cambiar. No es una mirada de castigo, es una mirada misericordiosas, profunda, que ve en el interior de la persona.
- Nos invita a abrir los ojos y limpiarlos de prejuicios para fijarnos en lo bueno que hay en el mundo.
- La segunda imagen: el corazón.
- Debemos fortalecer el corazón para sacar el egoísmo de nuestra vida. Necesitamos ensanchar el corazón para mejorar la confianza en Dios, ya que si ésta nos fallara buscaríamos otros asideros que no nos harían libres.
- El amor supone un riesgo: a ser rechazado, al dolor de la pérdida, pero defraudar al amor es fracasar.
- Hemos de recuperar la fidelidad al Dios único, así al ser fieles a Dios seremos libres y felices.
- La tercera imagen: juntar las manos. Convertirnos a la Iglesia.
- La conversión debe afectar a cómo me relaciono con los demás a vivir en comunidad.
- No me puedo salvar yo solo. He de hacerlo en la comunidad que es la iglesia.
- La cuarta imagen: los pasos. Cambiar los pasos
- Cambiar hacia el encuentro con el otro.
- Ejercitar la caridad: amor al hermano más pobre y necesitado, en lo material y en lo espiritual. Poner en práctica las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales.
- Tener una actitud de reconciliación, de perdón. A veces, el perdón es muy difícil pero Dios sí puede.
- La Fe sin obras no es válida.
Después de estas reflexiones tuvimos un momento de oración personal y comunitaria en presencia del Santísimo.
Lucía Díaz Iglesias