En Pentecostés, el arzobispo llama a abrir el corazón al Espíritu y a vivir la fe con compromiso y cercanía

  • La Catedral de Santiago celebra Pentecostés con una Eucaristía, donde jóvenes reciben el sacramento de la Confirmación y renuevan su compromiso cristiano.
  • Monseñor Prieto destaca la importancia de la fe como un camino de entrega y comunión, invitando a los fieles a ser testigos del Evangelio y promotores de la paz.

La Catedral de Santiago de Compostela acogió este domingo la Solemnidad de Pentecostés con una Eucaristía presidida por el arzobispo, monseñor Francisco José Prieto Fernández. La celebración, que marca el final del tiempo litúrgico de la Pascua, estuvo llena de simbolismo y emoción, especialmente por la participación de un grupo de jóvenes que recibió el sacramento de la Confirmación y por la iniciación cristiana de un joven, quien fue bautizado, confirmado y recibió la Eucaristía por primera vez.

Monseñor Prieto estuvo acompañado en el altar por el Vicario de Pastoral, Javier Porro Martínez, el delegado para el Primer Anuncio y para la Juventud e Infancia, Javier García Rodríguez, así como por miembros del Cabildo, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos fieles, muchos de ellos peregrinos llegados de distintos puntos de España y del extranjero.

Durante su homilía, el arzobispo dirigió un mensaje especialmente cercano a los jóvenes que recibieron los sacramentos: “A quienes culmináis, no concluís, el camino de iniciación cristiana, os digo que tomaréis en primera persona, fortalecidos por el don del Espíritu, el don de la vida de Dios. Dios que se os ha dado”.

A lo largo de su predicación, monseñor Prieto subrayó que vivir la fe no es una tarea aislada ni superficial, sino un camino de compromiso compartido y transformador: “Es un camino que uno recorre de manera personal, pero no en solitario”. También pidió a todos los presentes, especialmente a los jóvenes, que no vivan la fe como un trámite, sino como una vocación: “La vida no es una acumulación de acontecimientos (…). Tiene una intensidad de compromiso, de entrega, de donación”.

En este sentido, el arzobispo alertó sobre los peligros de la indiferencia, el miedo y el egoísmo. “Por favor, no os encojáis los hombros. No miremos para otro lado. No pensemos que la vida es una tarea solitaria”, dijo. “No somos pantallas digitales, somos presencias unos para otros. He ahí el mayor regalo que Dios os ha hecho: ser presencia para el que está a tu lado”.

Al reflexionar sobre la festividad de Pentecostés, en la que los discípulos recibieron el Espíritu Santo, Mons. Prieto Fernández explicó que ese mismo don sigue actuando hoy en la vida de los cristianos. “El miedo nos encierra, nos esclaviza. Pero cuando el Señor está en el centro, los miedos se disipan y llega la paz. ‘Paz a vosotros’, dice Jesús”, afirmó, resaltando que esta paz es mucho más que una palabra: es una vocación y una tarea.

El prelado compostelano destacó la importancia de «ser artífices y artesanos de paz«, resaltando el papel fundamental de cada persona en la construcción de un mundo más justo. Así, subrayó que la reconciliación y el perdón son esenciales, pues no puede haber paz sin ellos, ni sin justicia. Además, enfatizó que este compromiso es una misión que Dios encomienda a todos los bautizados, confirmados y alimentados en la Eucaristía. Con palabras llenas de esperanza, recordó que cada creyente está llamado a ser testigo de la fe y a llevar el mensaje de paz al mundo.

Monseñor Prieto también hizo una llamada a la unidad en la diversidad, recordando que la Iglesia no es uniformidad, sino comunión: “Qué hermosa es la diversidad, qué riqueza la diferencia que a todos nos une”. En este sentido, evocó las palabras recientes del papa Francisco durante la apertura del Año Jubilar 2025, invitando a “tender puentes, abrir puertas y derribar muros”.

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