Tributo a la memoria y legado de Don Baltasar

El martes 18 de marzo, el ITC se convirtió en el escenario de una sentida y profunda reflexión sobre la vida y obra de Don Baltasar Pardal, fundador de la emblemática Grande Obra de Atocha. La conferencia, titulada “D. Baltasar, Evangelio vivo”, fue magistralmente impartida por Manuel Vázquez Barral, antiguo alumno y actual maestro de la institución, en el marco de la cátedra que lleva el nombre del venerado sacerdote.

Don Baltasar como evangelio vivido

Vázquez Barral profundizó en las diversas facetas de Don Baltasar, recordando su labor como catequista, sus enseñanzas y su pedagogía. Se hizo hincapié en que fue «evangelio vivido expresado en la historia de todas las personas que encontró a su paso, especialmente de la infancia, los pobres, las mujeres». Se afirmó que Don Baltasar, con su ser y actuar, fue una prolongación de Cristo mismo y de su obra. Su vida intensa, impulsada por la fe, demostró el humanismo contenido en el mensaje cristiano, haciendo presente en el mundo la novedad sobrenatural del reino de Dios. Su vida luminosa y sencilla fue y es testimonio de la plenitud que ofrece Cristo y destello de la belleza divina encarnada. Se evocaron su vida de oración, su sacrificio escondido y su ejemplo de caridad generosa, audaz y heroica como signos y expresión de la belleza de la Iglesia.

Ejemplo de fe y sacrificio

Para ilustrar la entrega de Don Baltasar, se citaron palabras recogidas de la oración fúnebre del Cardenal Quiroga Palacios: «Qué profundo convencimiento el suyo de que su vida tenía que ser como una vela que se agotaba, que se quemaba en holocausto del Altísimo. Se deshace la vela, se consume la vela, pero alumbra y calienta, comunicando luz y calor a los demás. Qué convencimiento el suyo de que él nada, de que Dios y los prójimos todo».

Una «novelícula» en cuatro capítulos

Manuel Vázquez Barral estructuró su relato como una «novelícula», combinando novela y película en cuatro capítulos. El primero, “Obras son amores y no buenas razones”, destacó que el amor verdadero se demuestra con acciones, citando Mateo 7, 15-20: «por sus frutos los conoceréis». Vázquez Barral recordó cómo, aunque no conoció a Don Baltasar personalmente, siente que este le ha acompañado desde su infancia, viendo en ello una manifestación de la providencia divina. Además, subrayó que La Grande Obra de Atocha, surgida «de la nada», es un ejemplo vivo de fe, fundamentada en cuatro pilares: escuela, taller, iglesia y «piedras vivas». En palabras de Don Baltasar, «es grande porque es de los niños y de los pobres».

El segundo capítulo, “Un regalo en el desván”, resaltó la providencia como eje de la vida de Don Baltasar y del ponente. Manuel Vázquez Barral narró el donativo de Doña Valvina Gómez en 1917 y trazó un paralelismo con su hallazgo en 2004 de antiguas películas en el desván del colegio, que mostraban a Don Baltasar en movimiento. Este regalo providencial permitió recuperar 10 horas de la historia de la Grande Obra, reforzando la conexión personal del ponente con su legado.

El tercer capítulo, “Confiar en la divina providencia”, abordó momentos cruciales de la vida del ponente, como su decisión de convertirse en maestro de la Grande Obra tras superar dudas y confiar en la providencia. Recordó también la expansión de la obra de Don Baltasar, incluyendo fundaciones en España y América, y homenajeó a las Hijas de la Natividad de María como pilares fundamentales.

En el último capítulo, “Don Baltasar, influencer en el siglo XXI”, se destacó la vigencia de su legado. Don Baltasar creó hogares más que escuelas, fomentó la espiritualidad y brindó educación de calidad, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia. Su visión pedagógica priorizaba al niño como protagonista, guiado por maestros que supieran acompañar y aprender con él.

Compromiso con la espiritualidad y la educación.

En el plano espiritual, se enfatizó que la pastoral es el eje vertebrador de la Grande Obra, buscando formar para la vida en un ambiente de fraternidad y cercanía. Se resaltó la importancia de María y la Eucaristía como guías, con la Virgen Morenita de Atocha y el Niño de Uvas y Espigas. Se recordaron las actividades orientadas a la vivencia en comunidad impulsadas por Don Baltasar, como las excursiones catequísticas y las celebraciones religiosas.

En cuanto a la educación de calidad, se destacó el carácter pionero y eminentemente feminista de la obra de Atocha, adelantándose a la sociedad civil al buscar la dignificación e independencia de la mujer a través de la educación. Se citó la frase de Don Baltasar: «Educar a la mujer es educar hombres y levantar pueblos». Se recordó la inauguración de la Universidad Popular Femenina en 1927. Se subrayó la importancia de poner al alumno como centro del proceso educativo y de utilizar metodologías activas y lúdicas.

La conferencia concluyó con una reflexión sobre la continuidad de la obra de Don Baltasar tras su muerte, con la semilla plantada en Atocha convertida en un árbol que sigue proporcionando catecismo y educación a muchas generaciones. Se destacó la adaptación de la Grande Obra a las necesidades actuales, manteniendo vivo el sueño de su fundador. Se cerró la intervención con una inspiradora frase de Don Baltasar: «Maestro será quien después de leer y estudiar reconoce que nada sabe, si no sabe conocer al niño».

Mensaje del arzobispo de Santiago

La jornada contó con la presencia del arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto, quien destacó la memoria agradecida, la esperanza en el futuro y el reconocimiento a Don Baltasar Pardal y las Hijas de la Natividad por su labor en la obra educativa y social de Atocha. Subrayó que el evento no era solo un recuerdo del pasado, sino un compromiso continuo.

Agradeció a las Hijas de la Natividad y recordó cómo los testimonios presentados evocaban una memoria profunda. Expresó su confianza en que el legado de Don Baltasar será reconocido en el futuro, afirmando: «Tengo la certeza de que esta esperanza se cumplirá».

El arzobispo destacó que la obra de Atocha pone en el centro a la persona, combinando excelencia educativa y espíritu de entrega. Animó a los presentes a vivir su vocación como una misión única, recordándoles: «El Señor cuenta contigo». Concluyó agradeciendo la participación y reafirmando su mensaje de esperanza y continuidad.

 

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