- Carta Pastoral del arzobispo ante el Día del Enfermo, que la Iglesia celebra mañana domingo día 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes
“Quiero agradecer los desvelos y cuidados de las familias que con tanto cariño y cercanía atienden a los enfermos como María sosteniendo el sufrimiento de su Hijo. ¡Cuánta generosidad, dedicación y disponibilidad por parte de la familia en el cuidado de los niños, jóvenes y mayores enfermos en circunstancias a veces difíciles! He sido testigo de esta experiencia en los hospitales, en las residencias y en las casas particulares. La familia acompaña a los enfermos, pero necesita ser también acompañada. La Iglesia sale a su encuentro”. Así se expresa el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, en una Carta Pastoral con motivo del Día del Enfermo, que se celebra mañana domingo 11 de febrero. Las familias de los enfermos son el objetivo este año para la Jornada Mundial del Enfermo. El 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, es el Día del enfermo, de carácter mundial. En su carta, el arzobispo señala que “quien más quien menos hemos tenido la experiencia de la enfermedad inherente a la fragilidad de nuestra condición humana. Sin duda en esta circunstancia nos damos cuenta de que necesitamos de los demás y de lo mucho que hemos de agradecer a las personas que nos acompañan. Esta percepción nos lleva a humanizar nuestra vida y nuestra convivencia”.
Este año, con la celebración de esta jornada, la Iglesia pretende, entre otros fines, reclamar la atención sobre el importante papel que la familia tiene en la atención al enfermo, y dar a conocer las necesidades que le surgen en la situación de enfermedad. Además de promover la ayuda a las familias, en las parroquias y hospitales, a fin de que puedan desempeñar ese papel insustituible en la atención al enfermo.
Monseñor Barrio señala, además, en su carta que “el cuidado de la salud no debe mediatizarse por lo que el Papa llama el riesgo del ‘empresarialismo’, “que en todo el mundo intenta que la atención médica caiga en el ámbito del mercado y termine descartando a los pobres”. Y asegura que en el ámbito diocesano “la pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más excelentes”.