Los catequistas renuevan su esperanza en la Asamblea Diocesana

Con el lema «Catequistas de Esperanza» y en el marco del Año Jubilar, se celebró hoy la Asamblea Diocesana de Catequistas en Santiago de Compostela, una jornada marcada por la reflexión, la oración y el fortalecimiento de la misión catequética. El evento reunió a numerosos participantes en un ambiente de fe y comunión.

La jornada comenzó a las 10:15hs en el Colegio de la Compañía de María, donde los asistentes fueron recibidos en un clima de cercanía y disposición para compartir una experiencia única.

La esperanza como eje central de la misión pastoral

Después del saludo inicial del delegado de Catequesis, Miguel López Varela, el arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto se dirigió a los catequistas agradeciendo la oportunidad de reencontrarse con ellos, no solo en este evento, sino también a lo largo del año, en los diversos momentos y espacios de la vida diocesana. «El acto de la catequesis, de la transmisión y del acompañamiento en la fe, es uno de los momentos más importantes en nuestra vida diocesana», destacó Mons. Prieto, haciendo énfasis en la dimensión comunitaria de la catequesis, en la que todos somos acompañados y guías a la vez.

En sus palabras, también recordó el llamamiento del papa Francisco en este Año Jubilar 2025, invitando a vivir «una esperanza que no defrauda, que no declina, que permanece siempre, porque es Cristo mismo». Subrayó que Cristo resucitado es la fuente de esta esperanza, que ilumina no solo el tiempo de Cuaresma, sino todo el camino pastoral y personal de los fieles.

Un camino de fe compartido

D. Francisco también reflexionó sobre la necesidad de caminar juntos, recordando las palabras del libro del Eclesiastés e invitó a los catequistas a despojarse de la pereza y de la indiferencia, poniéndose en camino en comunión con sus comunidades, impulsados por la esperanza y fortalecidos por la fe.

En un tono cercano, Mons. Prieto resaltó la importancia de celebrar juntos esta jornada, valorando la misión de los catequistas como «sembradores y peregrinos de la esperanza». Agradeció la dedicación y la generosidad de todos los presentes en su labor de acompañamiento a niños, jóvenes y adultos, destacando que la catequesis es un regalo y un don que transforma vidas.

Un mosaico de unidad y diversidad

En la parte final de su saludo, el arzobispo utilizó una bella metáfora para describir la comunidad diocesana: «Cada uno de vosotros sois como las piezas de un hermoso mosaico. Si falta una, el mosaico queda incompleto, pero con todos vosotros asoma el hermoso rostro del catequista en nuestra diócesis de Santiago». Con estas palabras, invitó a los asistentes a sentirse parte esencial de esta misión común.

@archicompostela Saludo del Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Francisco Prieto, a los catequistas el día de la Asamblea Diocesana. #archicompostela #monsfranciscoprieto #catequistas ♬ original sound – archicompostela

La misión del catequista

Poco después, a las 10:45hs, tuvo lugar una ponencia inspiradora por parte de Fano que invitó a los participantes a profundizar en su misión como catequistas, ofreciendo nuevas perspectivas y renovando el compromiso con el anuncio del Evangelio. Fano es un dibujante malagueño conocido por sus ilustraciones de temática cristiana. Sus obras suelen acompañar catequesis, reflexiones y materiales formativos en la Iglesia Católica. Fano utiliza un estilo sencillo y colorido que conecta con personas de todas las edades, transmitiendo mensajes de fe, esperanza y amor. Con su estilo característico, combinó dibujos, humor y profundas reflexiones para animar a los educadores de la fe en su importante labor.

Desde el inicio de su intervención, Fano estableció un tono cercano e interactivo, explicando que su objetivo era compartir ideas a través del dibujo y la narración. Subrayó la esencia de la misión del catequista, afirmando que consiste en «dar regalos y regalos y regalos a los niños regalos que cambian la vida». Para ilustrar la sinodalidad, un concepto clave en la Iglesia actual, recurrió a una dinámica musical y visual, explicando que la armonía surge de la diversidad, tal como expresó en su pegadiza canción: «Armonía significa que todos nosotros somos distintos […] Somos distintos y distintas”.

El Espíritu Santo, motor de vida cristiana

Fano también abordó la importancia del Espíritu Santo como fuerza impulsora en la vida cristiana, utilizando la analogía de un autobús donde, según sus palabras, «si no está movido por el Espíritu Santo, el autobús no funciona». En el contexto del Jubileo, resaltó que «El jubileo solo se cumple con la llegada de Jesucristo», el verdadero año de gracia.

Con ingeniosas comparaciones, como la de la «wifi» del Espíritu Santo para la oración, Fano conectó conceptos teológicos con la realidad cotidiana. Enfatizó la identidad fundamental de cada persona como hijo amado de Dios.

Llamada a la transformación personal

Al reflexionar sobre el sentido de la vida, Fano contrastó la búsqueda de sensaciones pasajeras con el propósito trascendente que ofrece Jesucristo, quien vino a traer «vida y vida en abundancia». Con una invitación a la transformación personal y al seguimiento de Cristo, Fano preguntó a los catequistas: «¿Queréis ser santos? Sí.» animándolos a dejar que Dios guíe sus vidas, siendo el «truco de la salvación […] hágase», en referencia a la entrega y la voluntad divina.

La intervención de Fano, caracterizada por su creatividad y su profunda fe, dejó una marca significativa en los catequistas, quienes recibieron con entusiasmo sus originales «regalos» de reflexión y motivación para continuar su labor evangelizadora.

«El arte de orar la esperanza»

A las 12:00hs, un momento de descanso permitió a los participantes compartir impresiones y recargar fuerzas antes de continuar con la experiencia de oración titulada «El arte de orar la esperanza», que se llevó a cabo en el Monasterio de San Paio a las 12:30hs. Este espacio de espiritualidad marcó uno de los momentos más significativos de la jornada, invitando a los presentes a contemplar la esperanza como motor de su vocación catequética.

Fano ofreció una visión personal y cercana del Rosario y el Evangelio en una reflexión dirigida a catequistas. Comenzó proponiendo una imagen del Rosario como un encuentro íntimo con la Virgen María.

Destacó que esta oración mariana no se centra en María misma, sino en ella como narradora que nos presenta a Jesús: «El rosario no es la oración de María, es la oración de María contándonos quién es Jesús».

El Rosario como álbum de recuerdos

Para facilitar la meditación de los misterios, Fano sugirió imaginar a María mostrando un «álbum de fotos de la vida de su hijo, que se llama Rosario». Describió cómo ella habría organizado este álbum, dedicando secciones a los momentos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de la vida de Jesús.

Sobre los misterios gozosos, destacó el gozo de la Anunciación: «Primer gozo: escuchar al ángel y estar atentos. El evangelio entra por el oído».

En los misterios luminosos, Fano resaltó momentos clave como el Bautismo de Jesús, cuando se escuchó la voz del Padre: «Este es mi hijo amado, mi príncipe y mi princesa». También destacó la boda de Caná como un instante «superluminoso».

Al reflexionar sobre los misterios dolorosos, Fano los presentó como una muestra de la profunda conexión de Jesús con el sufrimiento humano: «Qué hermoso es saber que Jesús no es indiferente al sufrimiento y que padeció lo que nosotros padecemos». Enumeró diversas formas de dolor experimentadas por Jesús: «Primer misterio: el dolor psicológico. Sudor de sangre, angustia, depresión, ansiedad», además de los dolores físico y social.

Finalmente, los misterios gloriosos culminan con la Resurrección, que para Fano simboliza un triunfo: «Jesús resucita, sube al cielo, nos da su Espíritu Santo para que la palabra que se nos dijo ahora se nos diga de nuevo. Y María es elevada al cielo, donde hay una fiesta».

También compartió una reflexión conmovedora sobre la muerte, ilustrándola con un cuento de una madre y su hijo: «La muerte es despegarse de esta vida, que se va gastando. Hay un momento santo, pero mi padre ha vuelto al regazo de Dios madre y está en paz».

La Palabra de Dios en nuestro tiempo

Fano subrayó la importancia de conectar la Palabra de Dios con el presente, ejemplificándolo con una interpretación moderna del cuadro de Caravaggio sobre San Mateo.

Finalmente, compartió una experiencia personal para mostrar cómo la lectura del Evangelio puede iluminar situaciones difíciles, invitando a reflexionar sobre la misericordia y el amor inmerecido: «Para dejarlo todo, tienes que recibir un amor que te desborda y no te has ganado. Dios no te ama porque seas bueno; te ama porque eres su hijo, su príncipe, su princesa. Te quiere por ser tú, no por lo que haces».

Con esta reflexión, Fano ofreció a los catequistas una perspectiva renovada y personal sobre la riqueza del Rosario y la relevancia eterna del mensaje evangélico en la vida cotidiana.

Peregrinación de la Esperanza

El mediodía estuvo marcado por una comida fraterna en San Martín a las 14:00, fomentando la convivencia y el intercambio de experiencias entre catequistas. La tarde continuó con la Peregrinación de la Esperanza, a las 15:30, que condujo a los asistentes hacia la tumba del Apóstol en la Catedral de Santiago. Este camino fue vivido como una auténtica expresión de fe, culminando en la confesión solemne de la Fe y la renovación de la esperanza.

Papel transformador de los catequistas

La celebración central del día tuvo lugar a las 16:30 en el Convento de los Carmelitas, con una Eucaristía presidida por el arzobispo de Santiago, Mons. Francisco Prieto Fernández. Inició la homilía destacando el primer aniversario de la presencia de los hermanos carmelitas en el convento, agradeciendo su contribución desde la vida contemplativa. «Hoy damos gracias por este primer año en esta casa, en esta Iglesia Diocesana de Santiago de Compostela, en la que, desde vuestro carisma, también sois parte de la misión que estamos celebrando como catequistas», afirmó, subrayando el papel orante y de acogida que enriquecen a la comunidad diocesana.

En su reflexión sobre el Evangelio del primer domingo de Cuaresma, Mons. Prieto enfatizó el simbolismo del desierto como lugar de prueba y de renovación. «El desierto no es solo aridez o sequedad, sino un éxodo hacia una tierra prometida, una tierra de esperanza y vida nueva», explicó. En este contexto, invitó a los presentes a confrontarse con su fragilidad y a mirarse, no desde una perspectiva autocomplaciente, sino a través del espejo del Evangelio: «Si guiados por nosotros mismos nos ponemos ante el espejo, podemos sacar una imagen alejada de la realidad. Pero, si lo hacemos ante la palabra de Dios, surge una verdad que nos reconcilia y nos renueva».

Superar las tentaciones: un camino hacia la misión

Mons. Prieto abordó también las tentaciones presentes en la vida cotidiana, relacionándolas con el episodio del desierto vivido por Jesús. Reflexionó sobre las pruebas que enfrentan los catequistas, tanto en el ámbito personal como comunitario, señalando que «hasta en los ámbitos eclesiales tenemos nuestras pequeñas parcelas de poder que nadie puede tocar». Sin embargo, insistió en la necesidad de superar dichas tentaciones para confiar plenamente en el Señor y en su plan de salvación.

El prelado instó a los catequistas a reconocer su misión como una llamadaal encuentro transformador con Cristo. «Si no vivimos ese encuentro de amor que transforma, ¿cómo vamos a evangelizar o acompañar en la fe?», planteó, remarcando que el primer paso es aprender a estar con el Señor para luego guiar a otros hacia esa experiencia. Asimismo, destacó que la vida del catequista es una vivencia de servicio, que no busca medallas ni reconocimientos, sino cumplir con la misión encomendada por Cristo: «Servir, anunciar, sembrar y en su nombre dar gracias a Dios».

Agradecimiento y llamado a la esperanza

La homilía concluyó con palabras de profundo agradecimiento a todas las vocaciones representadas en la asamblea, desde sacerdotes hasta laicos comprometidos. «Gracias por estar día a día acogiendo al que es la palabra y siendo sembradores de la palabra», expresó. Además, animó a los catequistas a vivir este tiempo de Cuaresma como una oportunidad para renovar su esperanza y acompañar a sus comunidades hacia la Pascua: «Que el Espíritu nos dé esa capacidad para alumbrar la esperanza en el corazón de aquellos a quienes acompañamos, sean niños, jóvenes o adultos».

Finalmente, mons. Prieto con una mención especial a la Virgen María, a quien describió como modelo de discipulado y servicio. «Ella, como nosotros, fue discípula del Señor», recordó, invitando a los presentes a seguir su ejemplo de cercanía, fecundidad y entrega.

Envío: «Catequistas de la Esperanza»

El evento concluyó a las 17:30 con un momento solemne de envío bajo el título «Catequistas de la Esperanza». Este acto simbolizó el compromiso renovado de los catequistas de ser luz y guía en sus comunidades, llevando el mensaje del Evangelio a niños, jóvenes y adultos.

La Asamblea Diocesana de Catequistas dejó en todos los presentes una profunda sensación de gratitud y motivación para seguir trabajando con entusiasmo en su vocación. Un día lleno de encuentros, oración y fe, que quedará grabado en la memoria de quienes participaron como un faro de esperanza en su camino pastoral.

 

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