Mons. Julián Barrio con Feiraco

El arzobispo de Santiago, mons. Julián Barrio, presidió este lunes una eucaristía en la catedral compostelana para celebrar el 50 aniversario de la fundación de Feiraco. El presidente de la cooperativa láctea, José Montes, fue el encargado de pronunciar la tradicional ofrenda al Apóstol. Montes destacó en primer lugar el papel protagonista de las mujeres del rural gallego, que supieron crear riqueza y dignificar el trabajo de los ganaderos gallegos. El presidente de Feiraco destacó la labor asociativa de la empresa en sus ya más de 50 años de existencia, y subrayó muy especialmente su vocación española y europeísta.

En su homilía de respuesta, mons. Barrio recordó que esta cooperativa láctea nació de la iniciativa de Cáritas Interparroquial de Negreira y con la decidida participación de los párrocos de la zona. A todos ellos les dio las gracias por su “contribución ao desenvolvemento da Galicia rural, dándolle viveza, animación e calidade a tantos espazos rurais da nosa comunidade”.

Mons. Barrio hizo un elogio de la gratuidad e interpretando la lectura del Evangelio del día: “Lo que has acumulado, ¿de quién será? (Lc 12, 13-21) advirtió que para un cristiano “el hombre no debe convertir el medio en el fin, identificando su ser con el aumento del poseer”; un afán que se vuelve absurdo “en nuestra muerte” porque “ese día no llevaremos detrás el camión de mudanzas, como dice el papa Francisco”. En este sentido, el arzobispo compostelano insistió en que, para Dios, “lo importante no será la cantidad del tener sino la calidad del ser”, porque “Dios es el tesoro”.

El arzobispo compostelano destacó la singular importancia de Feiraco y del papel protagonista que desarrolla esta cooperativa, de la que afirmó que gestiona “con responsabilidad y capacidad” para “proteger y desarrollar las potencialidades” del sector agro-ganadero, fundamental para la economía de Galicia. Un trabajo que mira al bien común, “principio unificador en la ética social”. En este sentido, mons. Barrio insistió en la necesidad de “tener siempre presente como denominador el bien común, la generosidad, la iniciativa y la solidaridad como brújula orientadora”, ya que incluso las mejores iniciativas “sucumben cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientación noble y generosa”.

Terminó su homilía reconociendo la importancia de la innovación tecnológica, pero recordando que, de acuerdo con la Doctrina Social de la Iglesia, la mera “rentabilidad no puede ser el único criterio”. Entre otros aspectos a tener en cuenta en el desarrollo económico, el arzobispo de Santiago destacó el cuidado de la naturaleza y la participación de todas las partes interesadas en el progreso social.

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