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Esta mañana la Catedral de Santiago acogió la solemne Eucaristía del día de la Natividad del Señor. A las 11:40 horas se iniciaba la procesión del Cabildo catedralicio hasta el Altar Mayor, donde a las 12:00 horas el arzobispo de Santiago, Mons. Francisco Prieto Fernández, acompañado por numerosos canónigos, daba comienzo a la Misa estacional de la Navidad.
Según el Ceremonial de los Obispos, la Misa Estacional es “la principal manifestación de la Iglesia local” cuando el obispo celebra la Eucaristía en la Catedral, rodeado por su presbiterio y los ministros, con plena y activa participación de todo el pueblo santo de Dios (artículo 119 del Ceremonial de los Obispos). Este ceremonial también indica que esta forma de celebrar la Misa debe asignarse a las mayores solemnidades del año litúrgico, como la Natividad del Señor.
Durante la homilía, Mons. Francisco Prieto destacó que esta festividad invita a reflexionar sobre el amor incondicional de Dios, que le mueve a regalarnos en la pequeñez del Niño la inmensidad de su ternura. También señaló que, así como los pastores y los Reyes Magos encontraron a Jesús guiados por una mirada limpia y un corazón inquieto, nosotros también debemos acoger a Cristo en nuestras vidas.
Mons. Prieto mencionó que nos preparamos para el Jubileo Romano, describiéndolo como una puerta de esperanza que nos abre a un tiempo de gracia y renovación espiritual. Expresó su deseo de que la ternura del Niño Jesús abrace nuestros corazones y nos prepare para un Año Jubilar lleno de misericordia y renovación personal y comunitaria.
El prelado compostelano finalizó la homilía deseando que en esta Navidad, el espíritu de la celebración nos inspire a convertirnos en artesanos de paz y esperanza, es decir, que cada uno de los actos refleje la serenidad y el optimismo que se necesitan para construir un mundo más justo y compasivo.
