Homilía de mons. Julián Barrio en la Vigilia Pascual

Ein recht gesegnetes Ostern wünscht Ihnen».
Je vous prie d´ágréer mes meilleurs voeux de joyeuses Pâques
With my best wishes for a truly blessed Easter
Bona Pasqua a tutti. Boa Pascua a todos. ¡Felices Pascuas!

Durante el sábado santo, nos hemos mantenido en espera del anuncio de la resurrección de Cristo. Entrada ya la noche oímos: “He resucitado y siempre estoy contigo; tú has puesto sobre mí tu mano. Se considera que fueron estas las palabras que el Hijo dirigió al Padre después de su resurrección, después de volver de la noche de la muerte al día eterno de la Vida” . “Si Cristo ha resucitado, ya nunca nada será lo mismo”. La muerte ha sido vencida porque el amor es más fuerte que la muerte, y Dios es amor. Jesús vive, ha resucitado y con ello, su proyecto y misión tienen la fuerza de la vida divina. Jesús ha resucitado, preparémonos a celebrar la gran noticia.
María Magdalena, María la de Santiago y María Salomé muy de mañana se acercaron al sepulcro  llevando los aromas que habían preparado como muestra de afecto hacia la persona querida difunta. Ningún temor les paraliza. Pero el  cuerpo de Jesús no estaba en el sepulcro. “Quedaron despavoridas”. Cuando encontramos algo nuevo que no esperamos, preferimos nuestras seguridades y nuestros recuerdos. Tenemos miedo de las sorpresas de Dios para quien no hay situación que no pueda cambiar. “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el Crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde le pusieron“(Mc 16,6). Asumamos que nuestra vida puede cambiar para mejor.
En las lecturas proclamadas hemos visto que toda la historia de la salvación es una manifestación del amor creador y liberador de Dios. “Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros  andemos en una vida nueva” (Rom 6,4). “Cristo resucitado viene a animar una fiesta en los más íntimo del corazón humano”, dice san Atanasio. Mensaje esperanzador en una sociedad tan tensionada que busca pretextos para la violencia.
En esta noche santa tocamos la orla del nuevo vestido del Resucitado, sabiendo que también Él nos sostiene en nuestra fragilidad. Él es la Luz simbolizada en el cirio pascual, que ilumina los rincones de la historia de nuestra vida personal para hacernos pasar de las tinieblas del pecado y de la muerte a la luz de la gracia y de la vida. Esta es nuestra aventura cristiana, sabiendo que hemos sido señalados con la cruz de Cristo y ungidos con el óleo perfumado del bautismo y con el crisma de la confirmación. ¡Cuántos espacios de nuestra sociedad esperan el buen olor de Cristo en medio de tanta corrupción moral! ¡De nosotros se espera un testimonio honesto y justo!  ¡No tengamos miedo! Jesús ha vencido la muerte y se pone de nuevo al frente de los discípulos: no hay lugar para el desaliento o la complacencia. Nacemos a un nuevo día para ser portadores de luz.
Se nos llama a dejar las formas paganas de vida y a vivir en caridad, despojándonos «de la vieja levadura para ser una nueva masa» (1Cor 5,7)! ¡Alegrémonos porque Jesús resucitado está en medio de nosotros y se manifiesta allí donde nos amamos y vivimos la fraternidad con los pobres y marginados! “No temáis”, “Alegraos”, “Id y anunciad”. Pidamos que esta Noche Santa traiga la paz a todos los lugares de la tierra. Con nuestra oración hago llegar la felicitación pascual al Papa Francisco. Con la alegría que nos da Cristo resucitado, saludo con afecto pastoral a todos los diocesanos, a los hermanos de la Iglesias separadas, a los de las religiones no cristianas, y a todos los hombres de buena voluntad que peregrinan en nuestra Diócesis. ¡Feliz  Pascua de Resurrección del Señor!

 

Artículo anteriorEl Resucitado: una luz que ilumina la historia personal
Artículo siguienteMensaje pascual del arzobispo